Nunca se convence a nadie de nada. Y menos cuando se puede sacar provecho del caos, de la incertidumbre, de la duda y la inseguridad. Nunca se convence a nadie, pero se puede intentar:
Ya conocemos la sentencia del 11-M. Contundente. Diáfana. Meridiana. Obvia. No fue ETA. Fue un grupo terrorista yihadista. Una sentencia que pone las cosas en su sitio, que da y quita valor, que aumenta y resta credibilidades, que fulmina estrategias conspirativas. Que cierra un proceso en muchos momentos patéticos.
Al PP se le pide racionalidad, aunque con las elecciones a 6 meses vista, el tema segurá calentito.... En Fin.
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