miércoles, 26 de noviembre de 2008


En días como hoy no puedo asegurar que las concentraciones ciudadanas hagan mucho ante ella, pero escuchando a una representante de una asociación de victimas del terrorismo en radio, manifiesta que en la década de los años 80, la gente no acudía ni a los funerales, y que parte de la gran concienciación ciudadana actual, se debe a esas concentraciones silenciosas y que cada vez iban siendo más numerosas.
Lo expresa mejor que yo, pero coincide plenamente la siguiente opinión:

En el día mundial para la eliminación de la violencia de género, lo único útil es no mirar en la dirección equivocada. En un principio atribuimos este problema a la marginalidad, luego a alguna dependencia, más tarde lo quisimos relacionar con el nivel de estudios, con la condición rural, con la edad provecta. Pero, a medida que se acumulaban los casos y los datos, veíamos que la violencia machista se daba en hombres incultos y en cultos, en hombres viejos y jóvenes, de aldeas y de grandes ciudades, pobres y ricos. Más aún, se daba en países meridionales y septentrionales, bajo el sol mediterráneo y en los fríos escandinavos. Es decir, un problema de los hombres. La violencia contra las mujeres es un problema que tenemos los hombres, que duerme en algún rincón oculto de nuestro cerebro, un atavismo consagrado por miles de años de dominación, algo contra lo que hemos de luchar individual y colectivamente. Individualmente, en un proceso permanente de eliminación de los tics, los gestos, las formas leves de esa herencia. Es ese machismo menor, que muy a menudo creemos inofensivo, que vive pegado como una lapa en el lenguaje, en la publicidad, en los códigos sociales. Pero nos compete también una tarea colectiva: los hombres debemos movilizarnos contra los maltratadores, cercarlos, denunciarlos, ejercer una presión seria a escala familiar, de vecindario, de barrio, de ciudad, y ponernos en acción como colectivo para amparar a las mujeres indefensas. Los hombres tenemos que considerar a los maltratadores como nuestro problema, cosa que, lo sabemos muy bien, no hacemos hoy. Hoy, a lo más, nos acercamos al tema desde el plano solidario. Y no es asunto de complicidad sino de implicación, lejos desde luego de esa mirada facilona que espera las soluciones de un Gobierno y una ley. Ya vemos que no es suficiente. Faltamos los hombres. Y falta tiempo, bastante tiempo."
Iñaqui Gabilondo

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo no estoy tan de acuerdo en que falten los hombres, en general. Hay aún hombres y también mujeres que justifican aún la violencia en la pareja en algunos casos.

Por aportar algo a tu entrada, diré que lo peor de todo es que hace un año había casi un centenar más de mujeres maltratadas... hoy están muertas, asesinadas por sus parejas.

Buscando el Norte dijo...

Es uno de los grandes problemas de la sociedad actual, ( Bolivia más de 300 mujeres asesinadas por sus parejas en lo que va de año ). El machismo es la base de ese comportamiento, y a las mujeres se las ha educado en base a esa "sumisión" durante siglos.... Es largo y tendido, solo quería mostrar que también tengo dudas ante las soluciones aportadas,( aunque toda ayuda es poca ) como por ejemplo las concentraciones o los días de....